Monseñor Renato Dardozzi siempre se distinguió, en sus 81 años de vida, por ser un hombre extremadamente discreto y reservado. Jamás hizo una declaración pública, nunca concedió una entrevista, apenas existen fotos suyas… Pero también era un hombre metódico y ordenado.
Durante los 20 años en los que ejerció un importante cargo en el Vaticanoconservó minuciosamente los informes, actas, cartas, balances, relaciones y apuntes de todas y cada una de las numerosas operaciones financieras realizadas por el Banco de la Santa Sede de las que le tocó ocuparse. Fue guardando todos esos papeles, primorosamente clasificados, en unas carpetas amarillas. Llegó a reunir más de 4.000 legajos. Y, a su muerte, decidió sacar a la luz toda esa información.
"Haced públicos esos documentos para que todos sepan lo ocurrido", fue su última voluntad.
El resultado es que gracias al archivo de Dardozzi ahora se sabe, con pruebas en la mano, los oscuros tejemanejes a los que durante años se ha dedicado el Instituto para las Obras Religiosas (IOR), más conocido como el banco del Papa o el banco del Vaticano: a lavar dinero negro a través de cuentas atribuidas a falsas fundaciones benéficas, a apoyar financieramente a la Mafia, a reciclar las comisiones que muchos políticos se embolsaban, a financiar la creación en Italia de un partido de centro-derecha destinado a sustituir a la Democracia Cristiana tras su derrumbe tras el escándalo de Manos Limpias, a ayudar a importantes evasores de Hacienda a colocar su dinero en paraísos fiscales…
"Hace mucho tiempo que se sospechaba que el IOR andaba metido en asuntos turbios. Pero, dada la famosa impenetrabilidad del Vaticano en general y del banco del Vaticano en particular, no eran más que sospechas. Ahora, por primera vez en la Historia, tenemos una montaña de pruebas que demuestran como el IOR es un banco que durante años ha funcionado sin ningún tipo de control, lo que le ha permitido dedicarse a operaciones muy, muy sucias", subraya Gianluigi Nuzzi, el periodista italiano que recibió en herencia el archivo de Dardozzi y que, tras estudiarlo detenidamente durante un año, ha publicado un libro demoledor basado íntegramente en esos documentos.
Se titula Vaticano S.A., lleva vendidos más de 250.000 ejemplares sólo en Italia y está a punto de salir en otros 14 países, incluida España, donde desembarcará el 13 de octubre de la mano de MR Ediciones.
Vaticano S.A. revela, entre otras cosas, cómo el IOR ha desarrollado a lo largo de los años un sistema de cuentas secretas a nombre de falsas organizaciones benéficas(tipo Asociación para la Lucha contra la Leucemia o Fundación de Ayuda a los Niños Pobres…) a fin de ocultar la verdadera identidad de los poderosos clientes que en realidad estaban detrás.
El dinero que se ingresaba en esas cuentas, procedente en numerosas ocasiones de comisiones ilegales o de la Mafia, era posteriormente distribuido en paraísos fiscales, en bancos de Montecarlo…
Era tal el afán del banco del Vaticano por mantener en el anonimato el nombre de los verdaderos titulares de esas cuentas que, incluso en sus documentación interna y reservada, los designaba por medio de nombres en clave: Ancona, Omissis, Siena...
Según los cálculos de Gianluigi Nuzzi, entre 1989 y 1993, se lavaron en esas cuentas unos 400 millones de euros.
Muchos consideran que la publicación de este libro fue lo que hace un año desencadenó que Benedicto XVI comenzara a hacer limpieza en el IOR, jubilando al que durante más de 20 años había sido su presidente (Angelo Calota) y poniendo al frente de esa institución al muy moralista Ettore Gotti Tedeschi, cercano al Opus Dei,íntimo de Emilio Botín y máximo representante en Italia del Banco Santander.
"Numerosos expertos creen que el Opus es responsable del retraso que experimenta la beatificación de Juan Pablo II. Porque, a raíz de los documentos, queda claro que Wojtyla estaba al corriente de todo lo que ocurría", asegura el autor.
No es de extrañar que los cimientos de la Santa Sede hayan temblado. Sobre todo los del torreón de Nicolás V, la fortaleza erigida en 1453 en pleno corazón del Vaticano y considerado uno de los lugares más inescrutables del mundo.
Allí, entre muros de nueve metros de espesor y custodiada en todo momento por la Guardia Suiza, se encuentra la sede del banco del Papa. Un lugar del que jamás, en sus 68 años de existencia, se había filtrado al exterior ni un solo documento comprometedor. Sin embargo, ahora, gracias a monseñor Dardozzi, los secretos más inconfesables de esa inmoral maquinaria para hacer dinero han salido a la luz.
Un tipo peculiar el tal Renato Dardozzi, nacido en 1922 en la localidad de Parma. Miembro del Opus Dei y dotado de un cerebro prodigioso: hablaba cinco lenguas y era licenciado en Matemáticas, Ingeniería, Filosofía y Teología. Ocupaba un cargo importante en el grupo de telecomunicaciones Stet, donde algunos incluso le vaticinaban que acabaría sentándose en el sillón de director general. Y frecuentaba los ambientes de la jet set internacional. Sin embargo, a los 51 años decidió dejar todo eso para hacerse cura.
Sólo un año después de ser ordenado sacerdote Dardozzi fue contactado por el número dos de la Santa Sede, el secretario de Estado Vaticano Agostino Casaroli, a quien había conocido cuando aún era laico y con quien siempre se había entendido a las mil maravillas. Casaroli, a todos los efectos el equivalente a primer ministro del Vaticano inicialmente con Pablo VI y luego con Juan Pablo II, le ofreció convertirse en uno de sus poquísimos consejeros. Y Dardozzi aceptó. Gracias a eso, y en calidad de delegado directo de la todopoderosa Secretaría de Estado de la Santa Sede, a nuestro hombre se le abrieron las puertas más cerradas del Vaticano. Incluidas las del torreón de Nicolás V.
Durante los más de 20 años que Dardozzi fue consejero primero de Casaroli y luego de Angelo Sodano (el secretario de Estado Vaticano nombrado en 1991 por Juan Pablo II) tuvo acceso privilegiado a los secretos del IOR. De hecho era uno de los poquísimos monseñores a los que se les permitía acceder a las reuniones reservadas a los más estrechos colaboradores del pontífice, y en las que se trataban las gestiones financieras de la Iglesia. Y también era uno de los contados monseñores italianos a los que Juan Pablo II invitaba los jueves a comer a su mesa.
Por cierto, que sólo en esas ocasiones Dardozzi se avenía a ponerse el alzacuellos. El resto del tiempo prefería ir con corbata negra.
Al morir, Dardozzi dejó encargado a los albaceas de su testamento que sacaran a la luz su archivo. No era una tarea sencilla: había que dar con una persona capaz de descifrar el muy poco cristiano comportamiento que revelaban esos 4.000 documentos y revelarlo al mundo pero sin instrumentalizarlo. Nada de panfletos anticlericales: tenía que ser una investigación basada en hechos puros y duros.
Y en la revista Panorama, uno de los semanarios más reputados de Italia, se dieron de bruces con Gianluigi Nuzzi. "Me llevó seis meses ganarme su confianza y convencerlos de que respetaría la voluntad de Dardozzi", revela el autor de Vaticano S.A., quien en mayo de 2008 acudió, protegido por unos guardaespaldas y con bastante miedo en el cuerpo, a la granja de Suiza en cuyo cobertizo se ocultaba el archivo de Dardozzi.
"Estaba verdaderamente aterrado ante la posibilidad de que me pudieran quitar de en medio. Sobre todo, visto la suerte que han corrido algunas personas próximas al banco del Vaticano», confiesa Nuzzi en referencia a Roberto Calvi, el director del Banco Ambrosiano (cuyo principal accionista era el banco del Vaticano), quien después del escándalo que sacudió a esa institución fue encontrado colgado bajo un puente de Londres. O pensando tal vez en Michele Sindona, el banquero/mafioso que durante años colaboró con el banco del Vaticano y que en 1986 murió por una taza de café con cianuro en la prisión de Voghera, donde cumplía cadena perpetua".
Nuzzi no sólo se ha convertido en un escritor de éxito sino que la voluntad de Dardozzi se ha cumplido.
Para impulsar al IOR en su camino de purificación, el Banco de Italia y la Unión Europa son cada vez más intransigentes con la impunidad de la que hasta ahora ha disfrutado el banco del Vaticano. De hecho, esta misma semana la Fiscalía de Roma ha anunciado que está investigando al presidente, Gotti Tedeschi, y su director general, Paolo Cipriani, por una operación que estaría relacionada con el blanqueo de dinero.
"No se puede dirigir la Iglesia sólo con avemarías", dejó dicho para la posteridad monseñor Paul Marcinkus, presidente del IOR entre 1971 y 1989. Pero tal vez la Santa Sede debiera gestionar sus finanzas con un poco más de ética y transparencia.
Durante los 20 años en los que ejerció un importante cargo en el Vaticanoconservó minuciosamente los informes, actas, cartas, balances, relaciones y apuntes de todas y cada una de las numerosas operaciones financieras realizadas por el Banco de la Santa Sede de las que le tocó ocuparse. Fue guardando todos esos papeles, primorosamente clasificados, en unas carpetas amarillas. Llegó a reunir más de 4.000 legajos. Y, a su muerte, decidió sacar a la luz toda esa información.
"Haced públicos esos documentos para que todos sepan lo ocurrido", fue su última voluntad.
El resultado es que gracias al archivo de Dardozzi ahora se sabe, con pruebas en la mano, los oscuros tejemanejes a los que durante años se ha dedicado el Instituto para las Obras Religiosas (IOR), más conocido como el banco del Papa o el banco del Vaticano: a lavar dinero negro a través de cuentas atribuidas a falsas fundaciones benéficas, a apoyar financieramente a la Mafia, a reciclar las comisiones que muchos políticos se embolsaban, a financiar la creación en Italia de un partido de centro-derecha destinado a sustituir a la Democracia Cristiana tras su derrumbe tras el escándalo de Manos Limpias, a ayudar a importantes evasores de Hacienda a colocar su dinero en paraísos fiscales…
"Hace mucho tiempo que se sospechaba que el IOR andaba metido en asuntos turbios. Pero, dada la famosa impenetrabilidad del Vaticano en general y del banco del Vaticano en particular, no eran más que sospechas. Ahora, por primera vez en la Historia, tenemos una montaña de pruebas que demuestran como el IOR es un banco que durante años ha funcionado sin ningún tipo de control, lo que le ha permitido dedicarse a operaciones muy, muy sucias", subraya Gianluigi Nuzzi, el periodista italiano que recibió en herencia el archivo de Dardozzi y que, tras estudiarlo detenidamente durante un año, ha publicado un libro demoledor basado íntegramente en esos documentos.
Se titula Vaticano S.A., lleva vendidos más de 250.000 ejemplares sólo en Italia y está a punto de salir en otros 14 países, incluida España, donde desembarcará el 13 de octubre de la mano de MR Ediciones.
Vaticano S.A. revela, entre otras cosas, cómo el IOR ha desarrollado a lo largo de los años un sistema de cuentas secretas a nombre de falsas organizaciones benéficas(tipo Asociación para la Lucha contra la Leucemia o Fundación de Ayuda a los Niños Pobres…) a fin de ocultar la verdadera identidad de los poderosos clientes que en realidad estaban detrás.
El dinero que se ingresaba en esas cuentas, procedente en numerosas ocasiones de comisiones ilegales o de la Mafia, era posteriormente distribuido en paraísos fiscales, en bancos de Montecarlo…
Era tal el afán del banco del Vaticano por mantener en el anonimato el nombre de los verdaderos titulares de esas cuentas que, incluso en sus documentación interna y reservada, los designaba por medio de nombres en clave: Ancona, Omissis, Siena...
Según los cálculos de Gianluigi Nuzzi, entre 1989 y 1993, se lavaron en esas cuentas unos 400 millones de euros.
Muchos consideran que la publicación de este libro fue lo que hace un año desencadenó que Benedicto XVI comenzara a hacer limpieza en el IOR, jubilando al que durante más de 20 años había sido su presidente (Angelo Calota) y poniendo al frente de esa institución al muy moralista Ettore Gotti Tedeschi, cercano al Opus Dei,íntimo de Emilio Botín y máximo representante en Italia del Banco Santander.
"Numerosos expertos creen que el Opus es responsable del retraso que experimenta la beatificación de Juan Pablo II. Porque, a raíz de los documentos, queda claro que Wojtyla estaba al corriente de todo lo que ocurría", asegura el autor.
No es de extrañar que los cimientos de la Santa Sede hayan temblado. Sobre todo los del torreón de Nicolás V, la fortaleza erigida en 1453 en pleno corazón del Vaticano y considerado uno de los lugares más inescrutables del mundo.
Allí, entre muros de nueve metros de espesor y custodiada en todo momento por la Guardia Suiza, se encuentra la sede del banco del Papa. Un lugar del que jamás, en sus 68 años de existencia, se había filtrado al exterior ni un solo documento comprometedor. Sin embargo, ahora, gracias a monseñor Dardozzi, los secretos más inconfesables de esa inmoral maquinaria para hacer dinero han salido a la luz.
Un tipo peculiar el tal Renato Dardozzi, nacido en 1922 en la localidad de Parma. Miembro del Opus Dei y dotado de un cerebro prodigioso: hablaba cinco lenguas y era licenciado en Matemáticas, Ingeniería, Filosofía y Teología. Ocupaba un cargo importante en el grupo de telecomunicaciones Stet, donde algunos incluso le vaticinaban que acabaría sentándose en el sillón de director general. Y frecuentaba los ambientes de la jet set internacional. Sin embargo, a los 51 años decidió dejar todo eso para hacerse cura.
Sólo un año después de ser ordenado sacerdote Dardozzi fue contactado por el número dos de la Santa Sede, el secretario de Estado Vaticano Agostino Casaroli, a quien había conocido cuando aún era laico y con quien siempre se había entendido a las mil maravillas. Casaroli, a todos los efectos el equivalente a primer ministro del Vaticano inicialmente con Pablo VI y luego con Juan Pablo II, le ofreció convertirse en uno de sus poquísimos consejeros. Y Dardozzi aceptó. Gracias a eso, y en calidad de delegado directo de la todopoderosa Secretaría de Estado de la Santa Sede, a nuestro hombre se le abrieron las puertas más cerradas del Vaticano. Incluidas las del torreón de Nicolás V.
Durante los más de 20 años que Dardozzi fue consejero primero de Casaroli y luego de Angelo Sodano (el secretario de Estado Vaticano nombrado en 1991 por Juan Pablo II) tuvo acceso privilegiado a los secretos del IOR. De hecho era uno de los poquísimos monseñores a los que se les permitía acceder a las reuniones reservadas a los más estrechos colaboradores del pontífice, y en las que se trataban las gestiones financieras de la Iglesia. Y también era uno de los contados monseñores italianos a los que Juan Pablo II invitaba los jueves a comer a su mesa.
Por cierto, que sólo en esas ocasiones Dardozzi se avenía a ponerse el alzacuellos. El resto del tiempo prefería ir con corbata negra.
Al morir, Dardozzi dejó encargado a los albaceas de su testamento que sacaran a la luz su archivo. No era una tarea sencilla: había que dar con una persona capaz de descifrar el muy poco cristiano comportamiento que revelaban esos 4.000 documentos y revelarlo al mundo pero sin instrumentalizarlo. Nada de panfletos anticlericales: tenía que ser una investigación basada en hechos puros y duros.
Y en la revista Panorama, uno de los semanarios más reputados de Italia, se dieron de bruces con Gianluigi Nuzzi. "Me llevó seis meses ganarme su confianza y convencerlos de que respetaría la voluntad de Dardozzi", revela el autor de Vaticano S.A., quien en mayo de 2008 acudió, protegido por unos guardaespaldas y con bastante miedo en el cuerpo, a la granja de Suiza en cuyo cobertizo se ocultaba el archivo de Dardozzi.
"Estaba verdaderamente aterrado ante la posibilidad de que me pudieran quitar de en medio. Sobre todo, visto la suerte que han corrido algunas personas próximas al banco del Vaticano», confiesa Nuzzi en referencia a Roberto Calvi, el director del Banco Ambrosiano (cuyo principal accionista era el banco del Vaticano), quien después del escándalo que sacudió a esa institución fue encontrado colgado bajo un puente de Londres. O pensando tal vez en Michele Sindona, el banquero/mafioso que durante años colaboró con el banco del Vaticano y que en 1986 murió por una taza de café con cianuro en la prisión de Voghera, donde cumplía cadena perpetua".
Nuzzi no sólo se ha convertido en un escritor de éxito sino que la voluntad de Dardozzi se ha cumplido.
Para impulsar al IOR en su camino de purificación, el Banco de Italia y la Unión Europa son cada vez más intransigentes con la impunidad de la que hasta ahora ha disfrutado el banco del Vaticano. De hecho, esta misma semana la Fiscalía de Roma ha anunciado que está investigando al presidente, Gotti Tedeschi, y su director general, Paolo Cipriani, por una operación que estaría relacionada con el blanqueo de dinero.
"No se puede dirigir la Iglesia sólo con avemarías", dejó dicho para la posteridad monseñor Paul Marcinkus, presidente del IOR entre 1971 y 1989. Pero tal vez la Santa Sede debiera gestionar sus finanzas con un poco más de ética y transparencia.
Saludos y Bendiciones por tu excelente sitio. Me gustaria mucho, si te interesan estos temas, que tengamos una conversación.
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Maximiliano.