Aquelarre mafioso
23 de mayo del 2002
José Steinsleger
La Jornada
El banquero argentino Carlos Puchi Rohm examinó la vajilla y la platería extendidas en
la mesa, tomó una de las flores que adornaban el centro, se la puso en el ojal y
acomodó el moño del capitán de meseros: “¿Todo en orden, pibe?” Fuera de la
mansión, ubicada en el exclusivo barrio de Recoleta, los relámpagos pintaban de azul
intermitente el jardín anunciando el verano de Buenos Aires.
Nervioso, Puchi Rohm extendió el brazo y miró el reloj. A las 21:30 horas en punto
sonó el ding-dong de la puerta principal. “Welcome, mister president!“, exclamó el
anfitrión. George Bush y Puchi Rohm pasaron a la sala. Con discreción, tres guaruras
del servicio secreto se apostaron en derredor.
Mientras platicaban, los truenos nocturnos de aquel primero de diciembre de 1999
coincidieron misteriosamente con el ding-dong de los comensales: Carlos Menem,
presidente saliente; el entrante Fernando de la Rúa; Jorge Battle y Luis Lacalle,
presidente en funciones y ex del Uruguay, y David Mulford, ex secretario del Tesoro
estadounidense y socio del ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
Dueño del Banco General de Negocios (BNG), amigo de Henry Kissinger y socio de
Mulford, Puchi Rohm había sido procesado por coimas pagadas en el escándalo IBMBanco
Nación y figuraba en los expedientes que el Congreso argentino investiga en
torno a la mafia del oro y la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador. A pesar de sus
antecedentes, Puchi había recibido del gobierno de Menem el Banco de Santa Fe, en
cuyo directorio figuraba José Martínez de Hoz, ministro de Economía de la dictadura
militar (1976-83).
A los postres, el emperador fue el grano. Con la mirada distraída en la copa de coñac
Bush se preguntó qué haría el nuevo gobierno con temas sensibles como el de Raúl
Moneta, banquero insignia de la corrupción menemista. De la Rúa, quien hasta ese
momento creía que Bush estaba en Buenos Aires para celebrar la “alternancia
democrática”, observó los ojos de Puchi, que de par en par le decían algo así como “a
vos te hablan, boludo…”
El presidente electo no supo qué responder. Días antes la “Alianza” (Unión Cívica
Radical-Frente del País Solidario, Frepaso) se había comprometido a investigar la
corrupción del gobierno menemista, donde habían naufragado 38 mil millones de
dólares obtenidos del virtual remate de las empresas estatales. Posiblemente De la
Rúa intuyó que el aquelarre era un “apriete” cuyo propósito apuntaba a diluir la
promesa de “transparencia” contraída públicamente por su equipo de gobierno. Pero
¿qué le inquietaba a Bush del tal Moneta?
Sindicado junto a Puchi Rohm por el Senado estadounidense como uno de los
principales lavadores del país, Moneta era titular del Federal Bank, que en las Islas
Caimán operaba el Grupo Mercado Abierto. En todo caso, el senador demócrata Carl
Levin y la republicana Susan Collins no investigaban el lavado de dinero sino sobre
bancos que son pantallas que operan en paraísos fiscales sin supervisión alguna y
acceden al sistema financiero a través de cuentas corresponsales con grandes bancos
estadounidenses.
En marzo de 2001 el informe de la comisión investigadora del Senado concluyó que el
equipo de Moneta introdujo 7 mil 700 millones de dólares del cártel de Juárez en su
cuenta del Citibank de Nueva York. Recursos que habrían sido depositados por
agentes secretos estadounidenses como parte de la Operación Casablanca para
destapar una red de lavado en bancos de México y Venezuela.
Los medios compararon esta situación con el caso de Salinas de Gortari y el
periódico La Nación publicó una página sobre su hermano Raúl y la historia de
corrupción de su entorno.
Por otro lado, en el Congreso argentino las investigaciones de lavado demostraron que
cifras muy superiores al llamado blindaje otorgado por el FMI al gobierno de De la Rúa
se habían fugado del país. O bien estaban en manos de los grupos de poder
económico que crecieron sin control alguno y hasta límites increíbles en tiempos de
Menem, poniendo en riesgo al país.
El Citibank de Nueva York entregó a la justicia argentina 25 cajas con cuentas de
argentinos ligados al poder menemista-bushista, tales como el proceso
de informatización realizado por la trasnacional IBM en el Banco de la Nación, que a
través del BNG de Puchi Rohm pagó sobornos millonarios. A fines de enero pasado,
antes del despegue de un avión de Lufthansa con rumbo a Francfort, Puchi Rohm fue
detenido por la justicia en Buenos Aires. Otros banqueros corrieron la misma suerte. El
juez federal Jorge Ballestero citó a declarar a David Mulford y a Domingo Cavallo
como sospechosos en la operación del llamado megacanje que en junio de 2001 elevó
de 132 mil a 142 mil millones de dólares la deuda externa argentina.